Por primera vez en mi vida toque un bolso Vuitton. Aún estoy muy lejos de comprarme uno. Mis prioridades desbancan un poche documents de LV; pagarme una especialidad, terminar de reparar mi cara –acné en última etapa-, reparar mis dientes, revisar que va mal en mi sistema digestivo, averiguar porque me duele mi hígado, pagarme un mapa astral que me diga que onda con mi vida, hacerme una lobotomía que termine con las migrañas que me atacan, finalizar el tratamiento con el psiquiatra; en fin, muchas cosas antes que dar seis mil y algo de pesos a LV.
Lo más que puedo hacer por tener un LV (en las manos), es visitar la boutique, pedir a la chica Vuitton que muestre el bolso y evitar comprarlo una vez que lo tienes, ya que estas chicas, de verdad, hacen hasta lo imposible porque salgas de LV con algo más que un llavero de cinco mil pesos –son capaces de gestionarte créditos extraordinarios en American Express-.
Llegué preguntando por el bolso jokes. La chica que de mi mal inglés entendió que pedía ver el bolso estampado con el panda simpático de Takashi Murakami, decepcionó mi petición, y justo estaba por correr, cuando entendió mi pregunta y me pidió esperar.
¿Me odiarán por pedir algo que no compraré? ¿Qué si me fichan para nunca poder entrar a ninguna sucursal Vuitton del mundo? –Con la devaluación del dólar, en París, los extranjeros te pagaban una comisión por comprarles bolsos; a ellos, se les tenía prohibido por haber excedido su límite de compra: cinco bolsos-.
Mi cabeza estaba a segundos de sufrir un ataque de migraña cuando wuau, llegó, más bien, llegaron. Uno con doble cierre, el otro con un cordón sujetador únicamente. Mi exultación era incomparable; es de esos momentos que recordarás por siempre. Llegué a llorar, poquito, pero lo hice.
Parecía que estaba en un examen de conocimiento fashionista. A cada pregunta que hacía a la chica V, me adelantaba a contestar y sorpresa, ninguna fallé. Precio, artista de la colección, historia… todo (creo que de cierta forma, esta omnisciencia modística, evitó que la chica sellara mi frente con algo como: jamás le permitan la entrada, es un pobre sin futuro).
El final llegó y había sobregirado mi crédito de preguntas. Lo razonable era salir, dar las gracias y secar el sudor de mi frente como resultado de emoción y pena por no comprar nada.
Qué bien se siente tener un bolso LV en tus manos, es como una buena cirugía: te hace sentir la persona más segura del Universo. Algún día lograré mi sueño capitalista que tengo en la lista de sueños por cumplir, en donde, encontrar al amor de mi vida, es el número 1. Y lo haré, ambas cosas las lograré.
4 diagnósticos:
Yo creo que no tiene nada de malo entrar a "acariciar" lo que no podemos tener o no queremos tener pero si sentir, y mucho menos intercambiar informacion con quien te atiende, los que se molestan es por que estan pensando en la venta y no la pasion por el articulo que los ha unido en esa conversasion.
YO hace ya ocho años en Hermosillo tuve en mis manos el numero 1 de Spawn firmado por Tod MacFarlane, y a la par tuve una conversasion de los mas extraña con quien lo vendia que me platico toooda la anecdota de como lo habia conseguido, lo valioso la historia del personaje, sin saber el pobre que solo habia entrado a preguntar para tenerlo en mis manos solo un momento.
saludos
Agradezco el no haber entendido.
siempre puedes volverte líder sindical, así tendrás los que quieras
Si yo tuviera un bolso se llamaría Frodo.
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